Por fin , la realidad...
Tan solo después de lo sucedido, podemos valorar lo hecho
Tras la vorágine navideña, llega la resaca de lo cotidiano y es ahí donde todo toma su peso, la realidad más cruda. En esos días, como defensa, trato de contagiarme de lo positivo:
La alegría festiva,
El optimismo irracional (feliz año);
que quiero creer es algo más que una costumbre o una frase hecha…
Pero no puedo evitar, pensar en la locura catastrófica, del dispendio incontrolable…luces encendidas día y noche, mareas humanas enloquecidas en los templos comerciales, vomitonas descontroladas de las tarjetas de crédito, regalos sin sentido ni medida, árboles cortados a ras de vida, para engalanar pasillos solitarios en nombre de no se que, comidas y cenas apocalípticas como si el mañana no fuera posible y se impusiese acabar con todo hoy, no mirar más allá. Alcoholes y dulces descontroladamente, mariscos y carnes opíparamente, invadiéndolo todo, como el dulce veneno que aproxima más a la muerte que a la vida de una sociedad irremediablemente enferma y desquiciada. Y como desenlace, la ultima gran y intoxicación colectiva a ritmo de campanadas y cava, ¿bebeis para olvidar?
De eso todo, yo me resiento, física y psicológicamente…no puede ser, no puede ser
De ahí mi silencio y mi tristeza, ahíto de rabia y sinrazón, sin algo dulce que contar
mejor callar,
Gracias A. Doinel por tus sabias palabras, contextualizando y poniendo puntos sobre las ies, como pocos.
Etiquetas: Paranoias utopicas
Ya pasó. Ahora toca barrer y poner todo de nuevo en orden o en su desorden habitual. Ya pasó... hasta que vuelva a pasar. Es la leyenda de Sísifo. Ánimo