Tarde....siempre tarde

19 de enero de 2007


Pasada la resaca, el mar dejo en la orilla los restos del naufragio.

Como en una oficina de objetos perdidos, allí quedaron esparcidos

y desordenados, a la espera de que alguien reclamase su posesión,

y envejecieron…con la mirada atenta, como si en cualquier instante

pudiera entrar por la puerta la persona largamente esperada.

Languideciendo y perdiendo el brillo en la mirada,

ese que solo otorga la juventud o el amor.

Semienterrados por la marea pero limpios como nunca,

Desconocían que antes de llegar, ya estaba la esperanza perdida.

Pues fue él quien los deposito en el mar a su suerte,

aprovechando el profundo sueño en que se sumieron,

tras la violenta tormenta que asolo toda la costa.

Sin querer, sentí compasión, un impulso humano

que me llevo hasta allí y empujándome a recogerlo.

Es la costumbre del buscador de tesoros, y una vez en mi mano,

sentí las oleadas de sentimientos que destilaba este simple pedazo de madera,

Le di un par de vueltas, como buscando una explicación

Y creí intuir un nombre, casi invisible por el paso del tiempo

Un nombre común en cierto modo, niña

No le di mayor importancia y la metí en el saco.

Pasaron los años y por fin descubrí la forma que la niña pedía,

la talle, la lustre...

Y resulto ser una orgullosa carabela descubridora…


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