____FABULA de CARNavAL

El temprano silencio del cielo invernal, me saludó al salir de casa. El frio madrugador se me antojo puro, como una ducha que te despoja del cansancio y los campos se abrían plateados y brillantes, a la inminente llegada del nuestro dorado astro rey. Tras una noche despejada y ya entrando en la ciudad, me sorprendió el desfile de peatones con extrañas miradas y risas. Pero, solo un buen rato más tarde, comprendí que lo extraño, no era lo evidente, mucha gente, muy contenta y muy ebria…como tantas otras noches y decidí que toda esa extraña moda no podía ser real. Aunque ya acostumbrado a las excéntricas costumbres urbanas, recorde que era carnaval.

Aproveche el madrugón para ver el ocioso amanecer, distinto de los rutinarios días laborables y comprar la prensa que no suelo leer con tranquilidad y mucho menos con un café humeante y tiempo por delante…

Caminando por las calles y dejando una estela de vaho cada vez que respiraba, me dirigí a uno de los pocos sitios abiertos a esas horas, donde nos mezclábamos los más madrugadores con los trasnochadores impenitentes; es curioso observar a los demas bajo los efectos del alcohol (por no hablar de otras sustancias) a las siete y media de la mañana, los trasnochadores devoraban platos combinados, pizzas, y hamburguesas de una manera desordenada, como una horda de bárbaros recién acabada la batalla y disfrutando del saqueo, mientras los atónitos madrugadores sorbíamos el café aún rodeados de esa mirada onírica y ensimismada.

En mitad de este escenario, se cruzan las miradas más libidinosas, que sin palabras te atraviesan y según las devuelves, ya se ha producido el lujurioso resultado…

Y resultó que cada vez que levantaba la mirada del diario, ella hacia ademán de decirme algo, tan solo estaba dos mesas más allá y mientras sus amigas reían y me miraban de soslayo, no hice caso, porque es bien sabido que las mujeres pueden ser muy crueles, así que me ensimisme en la lectura de un articulo sobre el legado de Man el alemán de Camelle, aquel que murió de pena, tras lo del Prestige (NUNCA MAIS) y legó al estado un museo del que nadie quiere hacerse cargo, cuando acabe con el articulo, levanté de nuevo la mirada y ya no quedaba nadie más que ella en la mesa. Mi mirada activó un resorte que le hizo levantarse y venir hacia a mi dejando claro que íbamos a hablar. Incrédulo aún, la observe con atención y descubrí por primera vez el color de sus ojos claros, verde esmeralda, la verdad, era mejor verla de lejos, así de cerca impresionaba bastante más. Ya ante mi, la invite a sentarse como si nos conociéramos de toda la vida y le pregunte:

"¿Cómo quieres que te llame?", ella sonrió y no dijo nada

Yo sonreí también, sin saber muy bien que hacer…

Alargo su mano y cogió la mía, estaba fría, pero olía muy bien, un perfume fresco que difícilmente olvidare, la apretó un poco y me dijo con una voz muy segura de si misma:

"Te he estado observando y me llama la atención que alguien como tú, este solo a estas horas…¿estas solo?"

Acudieron a mi mente miles de respuestas, mientras mi cerebro estallaba en una explosión de vanidad, pero no llego ni una palabra a mi boca… necesitaba tiempo para pensar… y de nuevo volvió a hablar:

"Bueno, ¿nos vamos? llevo años esperandote y estoy un poco incomoda aquí, con tanta luz ¿me acompañas?"

Cuando me levante y pedí la cuenta, el timbre de la registradora, me devolvió a una realidad, tan macabra, que al volver la vista, ni siquiera en la mesa quedaban restos de que algo de lo que pasó por mi cerebro, tuviese una base real… así que recogí lo que me quedaba de aplomo y me dirigí hacia la calle, como si tal cosa, llevándome la mano al bolsillo, para buscar un cigarrillo, sin ser consciente de que no era el protagonista de ninguna película y que ni tan siquiera fumaba.

Al salir el frió seguía allí fuera, pero ahora también lo llevaba por dentro…