Siento vacios interneuronales que provocan silencios lejanos,
tremendas laceraciones sensoriales en forma de información,
creo espacios de calma en el cotidiano correr hacia ninguna parte.
Invento mundos imposibles para digerir la realidad,
desgrano momentos felices y evito olvidar su efimera existencia
y mientras, me persiguen acabalgados todos los años venideros.
Esperan en la puerta por si tengo un hueco para ellos
pretenden ser vividos antes de tiempo,
para volver antes al lugar donde reposaron largamente.
Pero hoy, sentí otra vez la caricia infantil de la nieve,
como un regalo de reyes al rallar el alba y por sorpresa,
descubrí la sonrisa matutina, nunca crei en su existencia.
Y provoco extrañas reacciones y una gran distensión,
poco común en el atasco mañanero, de más de tres horas,
donde estallo una guerra de bolas, entre camioneros y turismos.
No me digas que no es magia
Etiquetas: Cronicas prosaicas, desinformativo, Relatos